destruye la más grande de todas las maderas en las que te encuentras clavada por las muñecas y los tobillos mientras intentas abrazar el destruido espacio que alzamos con la espalda y arrastramos por los bifurcados caminos de la insaciable marea mediterránea — fiera sin caninos, fiera amazona —

te conté todas las verdades que desde adentro tenía aprisionadas con furibunda decencia y ahí, tus venas marcadas, tus muslos rígidos me susurraban necesidad tintada con gamas de tristeza atrapada desde antes que salieran hombres a caminar al levantar las palmas de sus manos sacan sus lenguas para asegurar una semana fructífera

blancas lineas incongruentes que recorren las paredes relucientes llegan a la cama clínica para bailar conmigo, contigo y con ellos, los dos altos hombres serios — maravillosa presión, maravillosos fluidos analgésicos —

caja expone imágenes impulsadas con óxido nitroso para que tu cara tersa vacíe los espíritus primitivos brutos nutridos por las explícitas perversiones que intentan sostener unos anchos brazos sin cuerpo que flotan en la extensión casi infinita del ocioso y magullado pasado

protegida bajo el manto invisible distribuido por una maravillosa planicie llegan los altos hombres serios a liberar las ventosas por el limpio cubo traman algo entre ellos deciden mirarme y extender sus cuellos hasta tocarnos las narices me dicen que despierte pero ya los veo desde todo los ángulos — espacio euclídeo, tiempo bergsoniano—

veo su mano que agarra un papel, veo su cara en el papel y veo mi cara en el papel tomo su mano y hablamos de cómo nos conocimos al trazar nuestros cuerpos en el papel y pasan el papel por nuestros cuerpos luego de eso se pone su falda guarda el papel en la falda y destroza la ventana y mientras salta entre los techos me quedo a observar los pedazos del cristal en el piso sentado con las piernas cruzadas como un rico pretzel ¿será este el botón?

te amo te adoro te celo y te deseo pero tu no podrás amarme igual si te encierras en la historia de tus hermanas cuando las ves en esa tonta mancha rorschach — uno de los veloces murciélagos hindú comía feliz cardillo y kiwis neozelandeses —

quiero vivir en esa caja déjenme vivir en esa caja todo lo que hay en esa caja me sienta bien saben que no debo estar acá sino en esa caja USTED vigile muy de cerca a estos gorilas y a esa caja que me mira con deseo como ella me mira a mi con el mismo deseo saben que nos amamos

el color de la granada me tranquilizó pues habían composiciones con ella adentro y afuera al mismo tiempo en las que extendía tanto sus brazos y se abría como estrella que luego se envainaba como la famosa daga que salía y entraba de la vaina y de mi cuerpo — cruje fuerte, derrama suave —

el cuero me dice que le gustan mis manos que son grandes y masculinas que podrían destruir cualquier cráneo que podrían subir cualquier montaña que podrían crear tantas personas ingenuas y asustadas pero sobre todo que podrían armar toda la primera línea acurrucada en las trincheras mientras me rasco el cabello y ellos me pasan el control de los axones y de la caja eléctrica que me ayuda a flotar

— me recibió con paciencia y por eso se me hizo conocida —
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